Blanca Varela es una poeta reconocida de la llamada Generación del 50. No cabe duda que su poesía y su actitud vital han ejercido una vasta influencia en el campo de las letras literarias; ejemplo de esta riqueza poética que conlleva su escritura la encontramos en libros señalados como fundamentales dentro de la lírica peruana: Ese puerto existe, El libro de barro y Concierto animal.
De acuerdo al autor Camilo Fernández Cosman, la segmentación de la poesía de Blanca se divide en tres períodos: el de los inicios (Ese puerto existe y Luz de día), el desmitificador de instituciones oficiales (Valses yotras falsas confesiones y Canto villano) y el de relevancia del cuerpo como centro de reflexión (Ejercicios materiales, El libro de barro, Concierto animal y El falso teclado). La primera etapa se caracteriza por su marcado influjo surrealista y la estrategia de disfrazar la voz femenina con un yo poético en género masculino. En la segunda hay una mayor apertura hacia la experimentación verbal y el cuestionamiento de los mitos instaurados por los grupos de poder. En la tercera, el cuerpo ocupa un lugar privilegiado ya que suscita la reflexión sobre la posición del hombre en el mundo.
Gracias a su poesía vanguardista y al estilo de su lírica fue galardonada con los premios: Octavio Paz de Poesía y Ensayo en 2001, el Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca en 2006 y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2007.
Categóricas, subjetivas, feroces y siempre divertidas: las críticas cinematográficas que la poeta Blanca Varela realizó en su intenso paso por la revista Oiga entre 1963 y 1965 son recuperadas por el Investigador y editor Jorge Valverde en “Cine: Opinión y Chisme”. Para el especialista, profundizar en el trabajo periodístico de la poeta es una tarea pendiente.
El lado más feroz de Blanca Varela se aprecia, ciertamente, en su oficio de crítica cinematográfica. Para ella, Anthony Perkins y Vittorio Gassman son actores “viscosos”, Hichtcock es un producto del cine comercial, “El gatopardo” de Visconti resulta una “caricatura” de la novela de Lampedusa y la hoy entrañable “La Pantera Rosa” de Blake Edwards resultó para la poeta una muestra de “humor fácil, escenario burgués, buenos actores en papeles mediocres y bellas mujeres que son infames actrices”.
En “Cine: Opinión y Chisme”, el editor e investigador Jorge Valverde Oliveros recupera las reseñas que, bajo el seudónimo de “Cosme”, la poeta Blanca Varela publicó regularmente para la revista “Oiga” entre 1963 y 1965. Como explica el compilador, Varela se entregó a fondo al trabajo periodístico en la revista fundada por Paco Igartua, encargándose desde entrevistas culturales hasta traducciones de ensayos, con privilegiado acceso a diversas revistas internacionales cuyas secciones de cine ella cita en sus escritos. Así, el libro publicado con el respaldo de los herederos de la escritora. se suma al tan oportuno proceso de recuperación de autores que representaron en su momento la modernización del discurso de la crítica cinematográfica el país. Allí están, por ejemplo, los trabajos de Mónica Delgado sobre María Wiesse en “Amauta” o el realizado por Emilio Bustamante con los textos tempranos del cineasta Armando Robles Godoy.
A propósito de “La vida en Broma”, la película protagonizada por el cómico Harold Lloyd, Blanca Varela cita al poeta francés Jean Cocteau quien dice: “La cinematografía es, por excelencia, arma de poetas”. ¿La frase es para Varela una declaración de principios? El propósito de este libro es reunir las críticas de Blanca Varela para abrir un diálogo entre los críticos actuales. Es una tarea pendiente para los investigadores de cine ubicar el discurso de la poeta en ese desarrollo de la crítica de cine en el Perú.
En su crítica sobre “El Comediante”, filme de Tony Richardson, ella señala: “Si bien no nos parece cine puro, salimos llenos de admiración al concluir la función”.¿Qué significa ese “cine puro” que busca la poeta? ¿Qué guiños podemos encontrar entre sus críticas y sus búsquedas poéticas?
El martes 10 de agosto del 2021, por los 95 años del nacimiento de la poeta Blanca Varela, se realizó el conversatorio sobre el libro Cine: opinión y chisme, el cual muestra una nueva faceta de la poeta y su relación con el cine. En el conversatorio participaron los críticos de cine Mónica Delgado e Isaac León Frías. El evento fue organizado por la Casa de la Literatura Peruana.En la publicación se recogen estos textos, firmados con el seudónimo de Cosme, la poeta comenta sobre directores y actores como Orson Welles, John Wayne, Federico Fellini, Jean-Luc Godard, Cantinflas, Sophia Loren, Ingmar Bergman, Marilyn Monroe o Paul Newman.
Sus obras han sido traducidas a diversos idiomas, pero su éxito internacional se contrasta con sus escasas apariciones públicas y entrevistas. El poder de sus descripciones cautiva a sus lectores y los lleva a mundos de un misticismo que se esconde tras palabras cercanas y tangibles; esto se puede apreciar en los poemas "Es fría la luz", "Morir cada día un poco más" y "Visitación". Esta brillante escritora ha recogido numerosos premios, como ser el Internacional de Poesía Ciudad de Granada Federico García Lorca, con el mérito extra de haber sido la primera mujer en recibirlo.
En el libro “Entrevistas a Blanca Varela", Jorge Valverde señala que una de las constantes en las declaraciones de Varela es asumir el mundo “como un proceso que involucra el cuerpo, el pensamiento y la honestidad”, materializado a través del quehacer lírico. Esa posición se encadena a otra reiterada certeza: que la poesía es un fuego apartado del fluir cognitivo: “Si razono sobre ella, si trato de colocarla en algún lugar, me alejo de la expresión poética”, aseguraba. Luego traslucía su encanto por “ese acoso, esa especie de vértigo que siento de pronto”, al saberse envuelta por el torbellino creativo. Contaba que desde niña había garabateado, en papeles sueltos, frases nacidas más allá de la conciencia, hasta que su buen amigo Sebastián Salazar Bondy le hizo notar que estaba haciendo poesía. Se cuidaba mucho de separar su yo racional y sensato del que se prestaba a esa privada locura en verso. Afirmó que existían dos Blancas Varela muy distintas, que con el paso del tiempo se terminaron aceptando, no sin dificultades: “un poco me asustaba esa señora que escribía”.